La pintura de Zohre Mirabassi supone un nuevo realismo dentro del expresionismo europeo, expresando su propio punto de vista, con clara influencia de los grandes maestros españoles, pero con un rico lenguaje pictórico. Da mucho ánimo a la figuración, envuelto en un sarcasmo poético.

Es una pintura suelta con mucho dibujo y color, fresca, variada, expresionista, realizada por una mano que no reniega de los conocimientos académicos, y que emplea múltiples técnicas de realización, donde se mezcla el dibujo a graffiti, pastel, ceras, acrílicos y óleos.

 

Su arte no es rebuscado ni intelectual. Los rostros están sujetos a una observación psicológica para captar sus sentimientos. La vulgaridad queda transcendida con el arte.

Lo folklórico y lo moderno se mezclan. Sus personajes favoritos son los perdedores, los toreros mediocres, los condes arruinados, las mujeres deterioradas por el paso del tiempo, pero siempre con un rayo de luz como esperanza.

El reflejo de sus emociones queda inmortalizado. Su obra, dentro de la ironía realza la belleza de la lírica.